En el artículo “Ser feliz y sentirse bien con dos principios” hablo sobre el tema de la felicidad, aunque centro mi atención en la serenidad.
La serenidad nos sirve de base para cultivar una claridad mental que nos facilite pensar y que nuestra toma de decisiones sean más acertadas.
¿Es posible ver todo color de rosa? |
El presupuesto de la felicidad
Planteo la felicidad como una sensación subjetiva agradable, pero secundaria y no como un objetivo en sí mismo.
En nuestros planteamientos presuponemos que la felicidad es posible y deseable.
De hecho, hay autores que lo plantean como si fuera algo fácil o algo así como un estado natural del ser humano.
Parece que si no eres feliz estás tarado o, al menos, defectuoso.
La verdad es que tampoco parece razonable decir que sea imposible ser feliz. Es evidente que podemos ser razonablemente felices, incluso en circunstancias muy adversas.
De todas formas, creo que hay que profundizar más.
De todas formas, creo que hay que profundizar más.
Tendencia a amargarnos
Da la impresión de que los seres humanos tenemos una tendencia a amargarnos la vida, a hipotecarnos con el pasado y chantajearnos con el futuro.
Cuando hablaba de Cómo vencer la preocupación y la rumiación comentaba que muchas veces vivimos en una especie de película en tres dimensiones que no se corresponde con la realidad y que nos perturba sin necesidad.
Estamos inmersos en “algo mental” que creemos real, pero no lo es. Nos sumergimos en algo pasado que ya no existe o en un supuesto futuro que no sabemos si pasará.
Si a las afirmaciones de autores que pintan ser feliz como muy fácil añadimos las estrategias para la serenidad que gente como yo explicamos en blogs, da la impresión de que eres un tonto si no consigues el “nirvana”.
¿Es eso verdad?
Por supuesto que no.
¿Es eso verdad?
Por supuesto que no.
Perfeccionismo emocional
En primer lugar, recuerda lo que comenté en alguno de los artículos: no es obligatorio ser feliz ni estar en calma total.
Las fluctuaciones emocionales son normales y si estamos amargados, lo estamos y ya está. Ya se nos pasará.
Si transformas la felicidad y la serenidad en otra obligación, en otra forma de presión mental, estamos en lo mismo de siempre: exigencias dogmáticas, deberías absolutos y catastrofismos que no sirven para nada, excepto para hundirnos en la miseria.
Nos hundimos en el perfeccionismo emocional. Nos exigimos ser perfectos emocionalmente y acabamos teniendo miedo de tener miedo o de sentir ansiedad o irritarnos o entristecernos.
Creemos que eso nos aleja de nuestro ideal o lo que “debería ser” y tenemos un motivo adicional de amargarnos.
Creemos que eso nos aleja de nuestro ideal o lo que “debería ser” y tenemos un motivo adicional de amargarnos.
Olvídate de eso. Déjalo ir.
¿Es tan fácil ser feliz?
No lo parece.
Yo mismo, cuando algún hijo se ha retrasó más de la cuenta en llegar a casa, he notado mi ansiedad crecer en mi interior. He visto cómo se iban creando atroces imágenes mentales en mi mente, en colores, en tres dimensiones y como me iba perturbando.
Ser consciente del proceso y darme cuenta de lo que estaba pasando en ese mismo instante es un recurso que me sirve para dar un paso atrás y estar mejor; pero no lo anula totalmente.
Podemos mejorar muchísimo. Podemos estar muy bien gran parte del tiempo. Podemos aprender a estar razonablemente bien y felices en circunstancias muy difíciles; pero no pretendamos una perfección emocional que no existe ni es humana.
¿Por qué tenemos tendencia al catastrofismo?
Seguramente porque estamos diseñados para vivir en un ambiente salvaje y hoy en día, en muchos lugares, la situación sigue siendo bastante salvaje. Solo hace falta ver las noticias de la televisión.
En esas circunstancias, valorar situaciones difíciles del pasado y pensar sobre posibles calamidades en el futuro cercano, puede ser muy adaptativo para salvarnos la vida.
Planear el futuro, tomar precauciones, pensar en posibles peligros y que eso nos cause cierta ansiedad, puede librarnos de ser víctimas de un depredador de otra especie o de otra tribu.
Reflexionar sobre el pasado, sobre situaciones muy negativas que pasaron a conocidos o a nosotros mismos, nos puede dar claves para manejarnos mejor en situaciones potencialmente graves del presente y del futuro.
¿La tendencia a dramatizar es algo biológico?
Eso parece.
Parece que esa tendencia a la preocupación, a la rumiación y a generar emociones desagradables tiene una base biológica y adaptativa. De hecho, la reacción de lucha-huida es algo básico en la fisiología del estrés.
Es una reacción necesaria y buena para reaccionar ante los peligros. A otro nivel, esa tendencia a dramatizar tiene una función parecida.
Es una reacción necesaria y buena para reaccionar ante los peligros. A otro nivel, esa tendencia a dramatizar tiene una función parecida.
Pretender eliminar esos procesos de forma radical con el objetivo de vivir en un estado de serenidad y felicidad permanente no parece razonable ni deseable.
Como decía, podemos mejorar mucho, pero este perfeccionismo y tener objetivos fantasiosos al respecto pueden salirnos mal. Podemos empeorar por la presión hacia a nosotros mismos.
Lo que quiero decir es que es muy estresante pretender sentirse siempre bien y feliz.
Déjalo ir.
¿Felicidad a costa de qué?
Quizá permanecer en un estado de felicidad permanente no sea del todo deseable. Nuestros valores son algo a tener en cuenta.
Si eliminas todos tus valores y todo te da igual, seguramente serás feliz o estarás a gusto pase lo que pase. Serás indiferente.
¿Es eso deseable? ¿Es eso humano?
No me lo parece.
Seguramente para muchos de nosotros hay valores importantes como la familia, el trabajo, el compañerismo o lo que sea.
Pueden establecerse objetivos en función de esos valores, pero los objetivos no son lo importante. Lo importante es llevar una vida más o menos coherente con tus valores.
Y si es importante tener valores por los que luchar, eso implica esfuerzo, dificultades y, a veces, sufrir mucho.
Si no te importara, no sufrirías.
Has de elegir.
Has de elegir.
Sufrir es tan humano como ser feliz.
Si quieres ser humano, no te queda más remedio que aceptar todo aquello que es humano y eso incluye tanto la felicidad como el sufrimiento.
Conclusión
- Todos tenemos una tendencia que parece biológica a preocuparnos, rumiar y dramatizar. Esto tiene una función adaptativa.
- No parece realista pretender eliminar eso totalmente. Podemos caer una forma de perfeccionismo emocional y meternos una presión que nos haga empeorar.
- Es posible mejorar mucho desde una perspectiva realista, aceptando nuestra condición de seres humanos y teniendo en cuenta nuestros valores.
Dos citas para reflexionar
- El “porqué” hace referencia a los valores.
- El “cómo” hacer referencia a las acciones basadas en valores o a valores que nos permiten “soportar” circunstancias muy infelices.
"Quien tiene algo porqué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo" (Friedrich Nietzsche)
En su libro "El hombre en busca del sentido" Viktor E. Frankl parafrasea la frase de Nietzsche:
"Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo" (Viktor E. Frankl)
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Dr. Alberto Sanagustín
@alsanagust
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Bibliografía:
Steven C. Hayes (Autor), Spencer Smith (Colaborador). Sal de tu mente, entra en tu vida: La nueva Terapia de Aceptación y Compromiso. Desclée De Brouwer.
Russ Harris. La trampa de la felicidad: Deja de sufrir, comienza a vivir. Editorial Planeta
Nietzsche, F. El crepúsculo de los ídolos.Ed. Alianza. Madrid. 2004, p. 35.
Frankl,Viktor. El hombre en busca de sentido, Barcelona, Editorial Herder
Cada quien le da un significado diferente a la felicidad. Ser feliz es la actitud que uno tiene ante la vida. Tenemos días buenos y malos.los buenos los disfruto agradecida y los malos hay que seguir agradecida, ser paciente, aprender y tener esperanza. Mi opinión. Gracias por sus artículos, muy buenos. Bendiciones 😊
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