Tic-Tac, tic-tac, tic-tac
Pasos quedos,
ruidos de pasillo
Alarmas de monitor,
sonidos de cables conectados,
conversaciones de acompañantes
Carros arrastrados por turnos rápidos
pitidos silenciados de whatssap
llamadas de avisos de monitores
Crujidos de camas articuladas
Lamentos con agitación
alternadas con otras de sollozo
Risas calladas para no molestar…
El tabique de la habitación de hospital es el eco de una sonoridad que tiene 24 h de vida. No completa nunca el turno sin cambiar sus colores: blanco hospital, azul desteñido de uniforme de servicio con destellos de luces de exploración de linternas y azul eléctrico enguantado de manos cansadas de turnos interminables.
Se compaginan caras con mascarilla, procedimientos de enfermería
Palabras amables, caricias , saludos compasivos, cucharas y pacientes jeringas que no consiguen abrir la boca a una paciente que ha olvidado tragar y que teme atragantarse
Pienso que es un remanso de paz en los momentos que mi madre duerme pero un torbellino de angustia cuando reclama su calmante para aliviar su queja
Tantas veces como acudo solícita para ayudarle ella me rechaza sin entender el por qué de su actitud. Sus ojos me transmiten una lastimera congoja, suplican dubitativa ayuda y se debate en un pulso contrariado.
Tiembla,
Tiene calor y de seguida me asegura que tiene frío
Pide confort y le tapo pero se obstina en que me equivoco y me desaprueba con un chillido.
Su amnesia le atormenta y se muestra confusa, irritable, suspicaz y me aparta la mano
“He dicho que no, he dicho que no”…
Mi madre no quiere y tampoco puede comer. Su problema es que no sabe comer y por más que le insisto me amonesta, me aparta la mano, me escupe la medicina. Son horas y horas de acompañamiento y ayuda que se resumen en un registro de enfermería “come poco, paciente agitada”
También mi madre delira, ve sombras, escucha ruidos por el pasillo y me trasmite con unívoco semblante atormentado, desencajado y vidriosos ojos que tiene miedo, implora mi ayuda para que le ayude a escapar.
“Vete que si te cogen también te harán lo que estoy sufriendo “
Mi madre se enfada, llora, suplica y vive 24 h de miedo
Vocablos equivocados que se traban en su mente enferma, confunde nombres y cuando lo percibe se echa las manos a la cabeza. “No sabes lo que estoy sufriendo porque se ríen de mi, llamo y nadie me atiende “”No sé que hago aquí “
Yo le explico que no importa, que yo puedo ser su voz si ella no sabe y se muestra contenta, “ tú siempre a mi lado, no te separes…”
Hoy me he alejado de ella para respirar con mascarilla por un pasillo largo, blanco y desinfectado. Acompañantes están esperando autorización para volver a las habitaciones. Y se cruzan consejos que pienso serán mi talismán para enseñarme a cuidar a mi madre sin morir en el intento.
Agradezco la ayuda de esos ojos que se clavan en los míos y me explican que ellos comparten los mismos sentimientos y cansancio:
-“Para atrás ni para coger impulso”
-“No la juzgues, acompáñala, presente y disponible pero no te exijas más de lo que puedes dar”
- “Acepta y te será más fácil de asumir”
- “No confrontes, no busque culpables”
- “Muéstrate orgullosa también de acompañarle en este momento tan difícil para ella”
- “Sé feliz también en este momento, aunque sea difícil a momentos…
Me he sentido escuchada, acompañada, correspondida y asumo hoy un poquito mejor el papel que me toca hoy jugar como cuidadora. Creo que como en todo, hay un antes y un después, y la ayuda inestimable de mis compañeros médicos,enfermeras de mi Servicio como del Hospital me ayudan en la fase de aceptación y reencuadre de la pérdida de autonomía que estoy viviendo con la enfermedad de mi madre.
Quizás “ no cualquier tiempo pasado fue mejor” y a trocitos voy aprendiendo y enseñando a mi madre a despedirse de nosotros en este momento complicado. Agradezco poder disponer de mis vacaciones para tener todo mi tiempo para ella.
Dra Encarna Ballesteros
Médica de familia