Diagnóstico de Diabetes

Por Alberto Sanagustín

En este vídeo hablo de cómo sabemos que alguien es diabético.

Supongamos que una persona viene al servicio de urgencias y tiene unos síntomas típicos de diabetes.

Estos síntomas típicos son la poliuria, polidipsia y perdida de peso inexplicada.

Le hacemos un análisis y nos sale una glucemia mayor o igual a 200 miligramos por decilitro.

Si esto nos sale una sola vez y se asocia con estos síntomas de poliuria (orinas más de lo normal), polidipsia (bebes más de lo normal)  y pérdida de peso, consideramos que ya tenemos un diagnóstico de diabetes. 



Para hacer el diagnóstico de diabetes mellitus la glucemia se mira siempre en sangre venosa.

Normalmente se hace en la flexura del codo, en la vena cefálica o la basílica. 

Otra situación que nos podemos encontrar es que hagamos un análisis de sangre a una persona en una revisión rutinaria y nos salga que tiene una glucemia venosa en ayunas mayor o igual a 126 miligramos por ciento (dL)

Si esto nos ocurre, lo tenemos que repetir otra vez y si sale una segunda vez, consideramos que tenemos ya el diagnóstico de diabetes mellitus. O sea 126 mgr/dL en ayunas dos veces.

Repito otra vez que en todos los casos nos referimos a valores extraídos de sangre venosa.

Otra situación es cuando pides una prueba de sobrecarga oral de glucosa (75gr) en ayunas.

A las dos horas se mira cómo está la glucemia en sangre venosa y si sale mayor o igual a  200 miligramos por ciento, por decilitro, si sale esto en dos ocasiones, consideramos también que es diagnóstico de diabetes.

Otra situación que podemos encontrar y que se considera en los criterios es la situación en la que encontramos una hemoglobina glicosilada o glucosilada (se abrevia como HbA1c) mayor o igual a 6,5 % y nos sale en dos ocasiones, también se considera que tienes un diagnóstico de diabetes. 

En otro artículo (vídeo) hablaré de la hemoglobina glicada o glucosilada (HbA1c), pero nos dice como ha estado el nivel de glucemia media en los últimos dos o tres meses.

Una vez más, recuerda que esto también se mide en sangre venosa y que ha de salir en dos ocasiones.

Si sale un criterio positivo, se recomienda repetir el mismo criterio. Es decir, si sale glucemia en ayunas mayor a 126 %, repetir en la glucemia en ayunas. Si es el test de sobrecarga oral de glucosa,
repites la SOG y si es hemoglobina glucosilada, la HbA1c.

Y que en el caso de que haya síntomas típicos de diabetes, con cifras en sangre venosa de más de 200  miligramos por decilitro en una sola ocasión, se considera que sería ya diagnóstico de diabetes.

En el caso de la hemoglobina A1c, lo único sería añadir añadir que hay unas excepciones en las que no se podría utilizar, que son en casos de anemia y hemoglobinopatías que son enfermedades de la hemoglobina en las que tampoco sería que fiable este criterio diagnóstico. 

Y eso es todo. 

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Muchas gracias.

Hemoglobina glicada (HbA1c), glucosa y Diabetes

Por Alberto Sanagustín

La hemoglobina A1c es una hemoglobina que utilizamos para para controlar la diabetes y saber cómo ha estado de media de la glucemia en los últimos dos o tres meses. 

Normalmente nos da información de los últimos 120 días.

Ahora, en el año 2011, se está utilizando también para diagnosticar la diabetes mellitus.

¿Qué es la hemoglobina A1c o también llamada hemoglobina glicosilada o glicada?  



Para explicarlo, en primer lugar tenemos que saber qué es la hemoglobina. 

La hemoglobina es una proteína que transporta oxígeno. Tiene hierro su interior y está en los en hematíes en grandes cantidades. Los hematíes son los glóbulos rojos. 

De esta hemoglobina hay varios tipos. La más frecuente sería la hemoglobina A1, que es es el 97% de la hemoglobina de los de los adultos. 

Esta hemoglobina puede sufrir un proceso que se llama GLICACIÓN de forma que la glucosa que hay en sangre puede unirse a ella.

Como consecuencia, las cifras de porcentaje de hemoglobina A1 que está unida a la glucosa decimos que es la hemoglobina A1c, hemoglobina GLICADA o hemoglogina GLUCOSILADA.

Normalmente hay una relación entre el nivel de glucemia en sangre venosa y el porcentaje de hemoglobina A1c.

Esto se debe a la vida media de los de los hematíes que es de unos 120 días que serían unas 8 a 12 semanas. 

Esto implica que el porcentaje de hemoglobina A1 unida a glucosa y formando hemoglobina A1c nos dice la MEDIA de la glucosa en sangre de esos últimos meses. 

Aproximadamente la equivalencia es de 80 a 120 miligramos por decilitro de glucosa en sangre que equivaldría a una hemoglobina glicosilada de 5 a 6 %, es decir, que si nos sale 5 a 6% de HbA1c quiere decir que 80 a 120 mgr/dL ha sido la media de glucosa en sangre en los últimos dos o tres meses.

Si la media de glucemia en sangre venosa es de 120 a 150 miligramos por dL, normalmente nos saldrá una hemoglobina glicosilada de 6 a un 7%.

En el caso que sea la glucemia sea de 150 a 180 mgr/dL nos saldrán unas cifras de 7 a un 8 %.

Si recordamos, el artículo de diagnóstico de diabetes mellitus (2011),  un criterio es encontrar cifras de hemoglobina A1c de 6'5%  en DOS ocasiones.

En los controles que llevamos de hemoglobina A1c (glicosilada) normalmente nos interesa que sea inferior al 7% y en determinados casos incluso inferior al 6,5%, o sea, que depende un poco de la situación personal del paciente.

Es poco útil, o no se considera útil o menos útil cuando hay situaciones en las que ha habido pérdida de sangre en los últimos meses o ha existido una anemia hemolítica, es decir, una situación de disminución de hemoglobina en sangre como consecuencia de una rotura de los hematíes.

Otras situaciones que disminuyen la utilidad de la HbA1c sería las diferentes hemoglobinopatias como  la drepanocitosis o situaciones.

En cuanto a pérdida de sangre, un caso sería el haber donado sangre sangre los últimos meses ya que también puede afectar también a la hemoglobina glicosilada.

Para resumir recuerda que la hemoglobina glicosilada o hemoglobina A1c es el porcentaje de
hemoglobina A1 que está unida a la glucosa.

Esto nos da una cifra media de la glucosa o de la glucemia venosa en sangre de los últimos dos o tres meses.

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Gracias.


Meditación: actitud, postura y dolor

Por Alberto Sanagustín  

  En otro artículo comentaba algunos peligros del mindfulness y en éste voy a comentar un problema recurrente: dolores y rigidez.

  Hay bastantes personas que se quejan de dolores de espalda y piernas durante la meditación (mindfulness formal), sobre todo cuando se practica de forma prolongada y repetida durante varios días.

  El origen de estos problemas es la postura forzada. Siempre que veo imágenes de gente meditando en posturas típicas orientales, me sorprendo.  Da la impresión de que esas posturas son algo esencial para la meditación, pero son algo secundario.

  El problema se genera al pasar técnicas de una cultura a otra sin separar el grano de la paja. Lo entiendo porque a mí también me pasa.

  Los occidentales no estamos adaptados a actitudes corporales comunes que son comunes entre los orientales. No estamos habituados desde la infancia. Cuando tenemos cierta edad, resulta doloroso y muy duro ajustarnos a ellas.  

 Lo curioso es que la postura no es tan importante. Las posturas típicas de meditación budista e hindú son un accesorio cultural parecido a determinadas costumbres alimentarias que nos son ajenas. Si en una cultura comen insectos, es lógico que a nosotros nos cueste adaptarnos. Lo mismo pasa con rituales que adoptan al comer o relacionarse.

¿Qué es lo esencial en la meditación (mindfulness formal)?

   Tu actitud mental. No tiene nada que ver con las posturas.
Si practicas la variante  meditativa más frecuente, usarás la meditación respiratoria.

   La actitud adoptar es la de observador que no juzga ni valora.  Te centras en la respiración. Te enfocas en su ir y venir como si esos movimientos respiratorios fueran las olas que vienen y van en la orilla de la playa. Prestas atención a la sensualidad de ese movimiento.

   Esta actitud  incluye un aspecto muy importante: tu reacción ante las distracciones. Esa reacción es más importante que el despiste en sí mismo.

   Si te das cuenta de que has distraído y te enfadas, vas mal. Si te despistas y reaccionas con un desbordamiento en tu diálogo interno y de emocional, no estás en el buen camino.

   La actitud correcta ante la distracción, es la amabilidad, compresión y respeto hacia uno mismo. Acto seguido vuelves suavemente a la sensualidad del ir y venir de tu respiración.

   Si te das cuenta que te despistas con frecuencia, pero reaccionas de forma compasiva  y sigues con la respiración, vas bien. 

  Los pensamientos van y vienen como las nubes en el cielo, pero tú a lo tuyo, a la respiración, observándola, sin manipularla y dejándola fluir con libertad.

   Da igual  cuántas veces te distraigas porque estás cultivando la actitud meditativa correcta. Esa actitud  es la que pretendemos trasladar  hacia nosotros mismos y los demás durante la vida cotidiana.

  ¿Qué función tiene la postura?

   La única recomendación  es adoptar una postura cómoda en la que no te duermas y puedas seguir el proceso sin entrar en un estado de somnolencia. No estamos en una competición ascética de mortificación.

Conclusión:

   La actitud es el aspecto más importante de la meditación formal. 
Tiene dos aspectos:

1- Ser una observadora que no juzga.

2- Ser amable y compasiva contigo misma ante despistes y fallos.

   No hace falta adoptar posturas forzadas. Sólo debes centrarte en el aquí y  ahora de la respiración en una postura cómoda, pero que te permita estar despierta.

Si lo haces así, triunfarás o, mejor dicho, desaparecerás

¡Medita!

Te dejo este vídeo sobre meditación mindfulness de mi canal de psicología.



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