Cómo seguir tu pasión y fracasar


A lo largo y ancho de la blogosfera muchas veces se puede leer un consejo:

¡Sigue tu pasión!

¿Es una buena recomendación? ¿Es una receta para el fracaso?



pasión y fracaso





Aparentemente es una buena recomendación.¿Seguro?

Yo me planteo lo siguiente:

¿Daría ese consejo así, sin más, a un hijo, un sobrino, un amigo o un paciente?

Es interesante adoptar diferentes perspectivas para ver si la recomendación se sostiene o hay que matizarla mucho.

Cómo funciona eso de seguir la pasión


Es una lógica que podemos explicar en términos básicos de conducta.

Si algo te gusta tanto hasta el punto de apasionarte, lo harás de forma repetida y esa sobredosis de práctica hará que seas cada vez mejor en eso.

Es previsible que destaques sobre la gente que hace esa misma actividad, pero con menos ganas.

Si eso es así, posiblemente habrá gente dispuesta a pagarte por tus habilidades y podrás ganarte la vida en aquello que te apasiona.

Hasta aquí todo parece perfecto.

¿Es tan simple o es más complicado?


Si profundizamos algo más, hay que matizar.

Has de saber qué te apasiona. 

¿Es eso tan fácil?

Para algunas personas sí lo es. Saben sin lugar a dudas que su pasión es cantar, el fútbol o las matemáticas...

El problema es que hay mucha gente que tiene múltiples gustos y aficiones, pero no sienten una emoción desbordante por ninguna de ellas. 

Si seguimos el consejo al pie de la letra, ya tenemos un conflicto:

“Debo hacer obligatoriamente lo que me apasiona, no hay nada que me apasione y eso significa que tengo un grave problema”.

Las exigencias dogmáticas son un mal asunto.

Si no hay nada apasionante en tu vida y es fundamental encontrar tu pasión, ya hemos creado un falso problema. Lo que sigue a nuestro nuevo problema es la angustia.

Esto le pasa a más de uno y una cuando siguen al pie de la letra estos consejos bienintencionados.

Si hay algo que te apasiona, muy bien.

Si no hay nada que te apasione, también. No pasa nada. No hace falta forzar nada. No hace falta que le des más vueltas: haz algo que te guste.


Haz lo que te gusta


Tras abandonar las presiones de la autoexigencia pasional, nos podemos centrar en algo que nos guste lo suficiente.

“Lo suficiente” es una palabra que nos tendríamos que grabar en la cabeza porque nunca tenemos suficiente, siempre queremos más. Somos insaciables...

“Lo suficiente” es bastante. Ya está. Fin.

En realidad, con los años te das cuenta de que hay cosas que te gustaban y te dejan de gustar. Es más, a veces hay cosas que te gustaban y acaban hartándote.

Muchas veces es imposible que algo te guste en todos sus aspectos y circunstancias. Puede apasionarte  ser profesor, pero no te guste nada tener que evaluar a la gente.

Lo contrario también pasa. Hay actividades o cosas que detestabas y que empiezan a gustarte cada vez más.

Seguro que todos podemos poner muchos ejemplos.

En realidad, lo de los “gustos” es algo tan subjetivo que puede cambiar con rapidez.  

Es difícil encontrar algo que no nos pueda llegar gustar, incluso mucho, si le dedicamos tiempo suficiente.

A mí no me gustaba nada lo relacionado con la lingüística, pero de forma indirecta y con el tiempo me empezó a gustar cada vez más.

La estadística era el área de las matemáticas que más detestaba, pero al estudiarla me llegó a gustar.

¿Qué explicación tiene eso?

Que los seres humanos, como cualquier otra cosa, nos transformamos y cambiamos con el tiempo.

¿A dónde quiero llegar?

En realidad, estoy vaciando de contenido el consejo inicial.

Lo que te gusta y lo que te apasiona ahora, no es tan radicalmente importante como quieren hacernos creer. Eso puede cambiar, incluso con rapidez.

Es un mito que circula, pero que no deja de ser una fantasía y pura subjetividad.

Como comentaba, puedes dedicarte a cualquier cosa y acabar gustándote, incluso hasta llegar a ser una pasión.

Haz lo que te apasiona o lo que te gusta... o lo que te dé la gana. 

En realidad, hagas lo que hagas, puedes seguir siendo feliz.

¿Qué pasa si lo que te apasiona a ti no lo demanda nadie?


Este es un potencial problema. Puede apasionarte un tema o una profesión hasta niveles insospechados, pero si eso no le interesa a nadie ni soluciona nada, ¿de qué vas a vivir?

No vas a comer de la pasión.

El problema es que si tu pasión no soluciona un problema real o percibido, no tendrá utilidad práctica.

¿Vivimos o comemos de las fantasías?

Más bien no.

La pasión del superespecialista


Esto me recuerda otra recomendación que se da con mucha frecuencia en la blogosfera:

“Dedícate a algo que te apasione y que sea muy específico”.

El mensaje es la superespecialización.

Eso está muy bien, pero si te especializas en un nicho demasiado concreto, puede ser que no haya suficiente trabajo para todos.

Si te superespecializas en un tipo de cirugía muy específica, puede que solo se pueda trabajar en unos pocos hospitales y los puestos ya estén ocupados.

Puede ser  una cuestión tan específica que se resuelva totalmente en algún momento  o puede que haya un cambio tecnológico que te deje fuera de juego.

El ordenador personal se cargó la máquina de mecanografiar y los móviles están haciendo lo mismo con las cámaras de fotos...

El problema de las pasiones egocéntricas


La palabra “pasión” suena demasiado bien.

El consejo de seguir lo que te apasiona nos dice lo que queremos oír. En ese sentido vende, pero es poco práctico por estar demasiado centrado en mí, mí y mí.

¿Cómo resolver el entuerto?

Cambiando el enfoque desde el “yo” al “tú”. Ser menos egocéntricos y pensar en términos de los otros.

Podríamos reformular la cuestión preguntándonos:

  • ¿Qué problemas tiene la gente me apasiona resolver?
  • ¿Qué problemas tiene la gente que me gusta resolver?

Si tenemos en cuenta la subjetividad del ser humano y que puede llegar a gustarnos cualquier cosa, quizá podríamos simplificar el consejo en algo más prosaico:

  • ¿Qué problemas tiene la gente que puedo resolver?

La última pregunta puede parecer demasiado pragmática y con poco “glamour”.

Puede parecer muy materialista porque aparentemente solo se enfoca en lo que la gente necesita para sacar un beneficio.

A veces se asocia esto a una visión antisocial que pretende darle a la gente lo que quiere o cree que necesita a costa de lo que sea.

El mensaje no es ese.

No consiste en ser un farsante.

Consiste en saber qué necesita o quiere la gente para después prepararte intensamente y acreditarte para ser útil y resolver SUS problemas.

En realidad, esta visión es la menos egoísta y la más social.

Es el enfoque menos centrado en uno mismo porque se enfoca más en los demás.

Ganamos todos.

Pasión y valores


Un potencial problema de buscar tu pasión a muerte es que puede haber algún impedimento que lo haga imposible.

Tu pasión puede ser jugar en la NBA, pero mides 150 cm de estatura y tienes 50 años.

¿Qué haces? ¿Desesperarte?

Imagina que tu pasión es ser médico (o lo que sea), pero no puedes.

Imagina que no tienes una Facultad de Medicina cerca, que no tienes la calificación media suficiente y que no tienes recursos económicos para permitírtelo.

¿Qué haces? ¿Quejarte y llorar todo el día?

No te servirá de nada.

Quizás puedes dar un rodeo y tras algunos años, cursar esos estudios.  Conozco gente que ha hecho estudios universitarios con más de cincuenta años. Es difícil, pero nada excepcional.

Ahora bien, ¿qué hacer mientras tanto? ¿Qué haces si nunca lo consigues?

Aquí tienes que indagar un poco en tus valores.

¿Qué valores satisface en ti el llegar a ser médico?

Los valores son un proceso que nunca llegas a alcanzar.

Puede ser que aspires a ser médico porque quieres ayudar a los demás. 

Eso está bien, pero no necesitas ser médico para vivir ese valor. 

Puedes hacer muchas cosas, actividades, profesiones en las que ayudes a los demás y llenes ese valor.

Puede que llegues o no llegues a tu objetivo de ser médico o jugar en la NBA, pero siempre puedes buscar otros objetivos que te permitan vivir de acuerdo a esos valores y ser feliz.

Conclusión


  • Hacer lo que te apasiona está bien, pero no es una verdad absoluta. Puedes ser muy feliz haciendo casi cualquier actividad.
  • Es más importante salir de uno mismo. Plantéate qué puedes hacer para ayudar a los demás a solucionar sus problemas ahora o en el futuro.
  • Piensa en los valores subyacentes a las actividades que te apasionan o te gustan. Así podrás encontrar muchas alternativas que puedan conectar con las necesidades de los demás.


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Gracias.

Dr. Alberto Sanagustín
@alsanagust
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